En La iglesia de vivir peligrosamente (Harper Horizon, 288 pp.), John Lee Bishop cuenta la historia de cómo pasó de ser el pastor de una próspera megachurch en Vancouver, Washington, a ser un corredor de drogas y un delincuente condenado. Al menos eso es lo que dice que está haciendo.
La narración comienza con el Bishop arrestado en la frontera mexicana tratando de traer 300 libras de marihuana a los Estados Unidos antes de volver a la infancia rota de Bishop, que supuestamente comienza la cadena de eventos que llevaron a este momento.
La adolescencia de Bishop consistió en pelear y beber, pero después de conocer a su esposa de la iglesia Michelle, el joven decidió cambiar su vida, usando sus antecedentes arenosos y su personalidad afable para ministrar a los niños. Finalmente, su éxito en dar mensajes “auténticos” lo llevó a comenzar la Iglesia de Hope Hope en 1996. La iglesia se convirtió en una de las más rápidas en Estados Unidos, con miles acudiendo en masa para ver espectáculos exagerados que Bishop afirma rivalizar cualquier cosa en la Franja de Las Vegas.
Las cosas comenzaron a desmoronarse para Bishop en 2015 después de que Living Hope lo despidió por infidelidad. Se mudó a su casa de vacaciones mexicana en Cabo, comenzó a vivir una vida disipada y se hizo amigo de los miembros del cartel. Mientras su vida se desenredaba, continuó soñando con comenzar un ministerio para personas empobrecidas en Cabo.
Después de ser arrestado para la carrera de drogas, Bishop pasó cinco años en una prisión federal, donde comenzó los estudios bíblicos, y llegó a creer que Dios aún no había terminado con él.
Una de las fortalezas de Bishop como predicador es su habilidad para contar una buena historia, y usa sus habilidades de manera efectiva en este libro: es bastante un cambio de página. Pero uno tiene la impresión de que Bishop no es un narrador confiable, y que el libro es parte de un plan para rehabilitar su imagen mientras lanza un nuevo ministerio.
Bishop afirma que había planeado que la carrera de contrabando que conduce a su arresto sería la última. También afirma que mantuvo a Michelle en la oscuridad con respecto a sus actividades ilícitas, pero la investigación federal descubrió mensajes que sugieren lo contrario. A pesar de su vida de violencia borracha en Cabo, afirma haber aconsejado y pastoreo de miembros del cartel. Incluso le pide al lector que crea que los otros pastores de Living Hope lo despidieron de los celos. La infidelidad, que él admite, fue solo una pretensión.
Al final, este libro deja en claro que a pesar de los años en el ministerio, Bishop no entiende el evangelio. Él dice que el cristianismo se trata de “vivir una buena vida”, y él acumula “conversos” con un creamentario fácil que no incluye el arrepentimiento. ¿Cómo puede predicar el arrepentimiento a la luz de su propio estilo de vida no arrepentido?