Pasar por alto el sentido del estrés parental

La semana pasada, una oleada de titulares anunciaron que la crianza de los hijos puede ser perjudicial para la salud mental. Ese argumento provino nada menos que del Cirujano General de Estados Unidos, Vivek Murthy, quien emitió una advertencia. Es “un problema de salud pública importante”, informó NPR. “La crianza de los hijos es peligrosa para la salud”, señaló. El Wall Street JournalEsto se produce después de meses de informes sobre la caída de las tasas de natalidad en todo el mundo (en el Diario y en Cienciatambién). Ahora podemos añadir a los temores de que no estamos teniendo suficientes bebés la posibilidad de que quienes se aventuren a ser padres puedan sufrir enfermedades mentales. O nos extinguimos o nos volvemos locos tratando de no hacerlo.

La letra pequeña del aviso de Murthy aclara que su preocupación es el estrés parental que conduce a “desafíos mentales”, definidos como “no cumplir necesariamente con los criterios para una condición de salud mental diagnosticable”. Pero este matiz se pierde en las noticias sobre las terribles consecuencias de la crianza de los hijos, seguidas de un llamado a programas gubernamentales, apoyo en el lugar de trabajo y más autocuidado.

¿Por qué es noticia? La crianza de los hijos siempre ha sido difícil. El hecho de que nuestro director general de servicios sanitarios, un padre, se haya dado cuenta y esté llamando la atención sobre ello podría tener un efecto positivo si los padres siguen su consejo de fortalecer los vínculos con los amigos y la familia.

Cuando mi marido y yo salimos del hospital con nuestro primogénito hace más de dos décadas, estábamos asustados y abrumados. Nuestro médico nos aseguró que no le haríamos daño a nuestro bebé. No estábamos tan seguros. ¿Cómo podían las enfermeras dejarnos ir sin un manual de instrucciones? ¡Seguro que fue estresante!

Pero nunca pensamos en pedirle ayuda al gobierno. Es cierto que las circunstancias que generaban estrés en la crianza de los hijos en aquel entonces eran diferentes a las presiones financieras, las trampas tecnológicas y las expectativas de una crianza hiperatenta de hoy. Pero las presiones actuales no son motivo para entrar en pánico o decidir no tener hijos.

La mejor manera de aliviar el estrés de los padres es cerca del hogar, con el apoyo de los miembros de la familia, los vecinos y, especialmente, de la iglesia. En mi peor momento, llamé a una madre experimentada que conocía. Ella me ofreció aliento: “Eres emocional; eso es normal”. voluntad “Vuelve a dormir”. “Déjame sostener al bebé para que puedas tomar una siesta”. Ella habló verdades de las Escrituras y oró conmigo. Me ayudó a seguir adelante.

La verdadera ayuda para el agotador trabajo de ser padres proviene de padres mayores que enseñan a padres más jóvenes lo que aprendieron de la generación anterior.

La verdadera historia no es que ser padres sea difícil, sino que nuestra cultura está preocupada por sentirse “mentalmente bien” mientras se aleja cada vez más de las personas que contribuyen al bienestar mental. Es delirante pensar que el gobierno puede resolver los problemas causados ​​por el deterioro de las relaciones humanas creando una mayor dependencia del gobierno.

Los cristianos deben recordar que Dios diseñó la paternidad para llevar a las personas hacia Él. Es uno de sus principales medios de santificación y revela un nivel de debilidad y necesidad que puede hacer que los incrédulos estén más abiertos que nunca al evangelio. El propósito de Dios para las dificultades no es enviar a los padres al Tío Sam para programas de educación infantil o créditos fiscales, sino llamarlos hacia Él. Cuando estamos estresados ​​al máximo, necesitamos recordatorios de que es en nuestra debilidad, no en nuestra fuerza, que el poder de Cristo puede reposar sobre nosotros (2 Corintios 12:9). Los padres mayores necesitan compartir este mensaje con los padres más jóvenes.

Ninguna cantidad de propaganda del tipo “Vamos chica” o “Tú puedes, hermano” cambiará la realidad de que la experiencia de criar a un bebé, un niño pequeño o un adolescente revela que son Débil e inadecuado y no son No estamos a la altura de la tarea de ser padres. No tenemos lo que se necesita. Ser padres y madres es difícil porque vivimos en un mundo que está roto por el pecado, y nosotros estamos rotos por el pecado.

Tener un bebé nos expone al milagro de la vida obrado por Dios y a nuestra profunda necesidad de Él. Sentirnos incapaces de llevar a cabo la tarea de criar a ese bebé nos ayuda a verlo como Padre, tal vez por primera vez. Sin su perdón y su amor, nunca tendremos lo necesario para amar, servir y guiar a nuestros hijos.

La verdadera ayuda para la agotadora tarea de ser padres proviene de padres mayores que enseñan a padres más jóvenes lo que aprendieron de la generación anterior: de madre a hija, de tío a sobrino, de vecino a vecino. La gracia común toma la forma de padres y madres nuevos que reciben ayuda y aprenden de quienes ya lo han hecho antes. Aún más notable es la gracia especial que fluye cuando padres débiles y exhaustos se dan cuenta de que son pecadores que necesitan salvación.

Ahora que soy la madre mayor, busco oportunidades para alentar a las madres jóvenes que me rodean mientras se embarcan en la maternidad. Les digo que será el trabajo más difícil y gratificante que jamás harán. Y las aliento a pedir ayuda a lo largo del camino. Padres mayores, debemos esforzarnos por el bien de quienes vienen después de nosotros. El estrés es real, los desafíos son duros y la gracia de Dios es suficiente. Este es un territorio rico para la evangelización y la santificación. No lo desperdiciemos.