Hace diez años, Steve Mahan se convirtió en el primer pasajero del mundo en un automóvil totalmente autónomo en la vía pública, sin un conductor de seguridad. Habían pasado 12 años desde que Steve tuvo ese nivel de independencia debido a que perdió su visión más allá del umbral legal de ceguera. En ese momento, el proyecto de vehículos autónomos de Google reveló una visión para el futuro de los automóviles autónomos. Eso fue hace una década. Durante los últimos meses, he explorado tecnologías recientes de automatización de automóviles. Cuando le pregunté a un amigo recientemente si quería probar un Tesla, respondió: “No, quiero que sea él quien me conduzca”. Con sonrisas en nuestros rostros, muchos de mis amigos y yo nos hemos sorprendido con la Autoconducción completa capacidad.
Mi reciente experiencia con los coches autónomos ha desempolvado recuerdos de hace más de 25 años. En 1998, recién graduados de la universidad, mi esposa y yo nos mudamos de nuestro estado natal de Arkansas por primera vez en nuestras vidas. Nuestro destino era la escuela de posgrado en Indiana. En esos largos y agotadores viajes entre Arkansas e Indiana, imaginé un sistema donde los automóviles pudieran ingresar a un carril exclusivo y conectarse a un sistema de tranvía de alta velocidad. Podríamos tomar una siesta o estudiar sin tener que operar o navegar el vehículo. Mi sueño finalmente se desvaneció, pero las ideas de conducción autónoma continuaron. A mediados de la década de 2000, múltiples desafíos DARPA financiados por el gobierno impulsaron la tecnología hacia la industria de conducción autónoma actual.
El mes pasado, Waymo anunció otra asociación para llevar viajes autónomos a Nashville. Waymo actualmente tiene asociaciones con Uber y Lyft para expandir su servicio de robotaxi. En cinco ciudades de EE. UU., Waymo afirma que actualmente ofrecen “cientos de miles de viajes autónomos cada semana” y que pronto sus planes se expandirán a varias ciudades más. Además de Waymo, las empresas de automóviles y tecnología están avanzando hacia la tecnología de conducción autónoma.
Mientras investigaba varias fuentes sobre vehículos autónomos, noté el uso generalizado de la palabra autonomía para describir la automatización. Este uso mal aplicado de la idea de gobernarse a uno mismo me hizo detenerme. Mi reacción fue que las máquinas no son autónomas. Para mi deleite, SAE International, anteriormente Sociedad de Ingenieros Automotrices, abordó este nombre inapropiado en su norma mediante la cual las empresas y los gobiernos clasifican los distintos niveles de automatización en los sistemas de conducción. Afirma claramente que los sistemas más avanzados no son autónomos. Por tanto, la norma a la que se refieren todas las entidades de conducción autónoma deja clara esta distinción. Sin embargo, la redefinición popular sigue desdibujando la línea entre automatización y autonomía.
Creo que la tecnología de automatización cambiará significativamente el futuro de la conducción. De hecho, los principales desarrolladores ya han logrado avances impresionantes. Si no has conducido un vehículo autónomo te recomiendo hacer una prueba de manejo del Tesla Autoconducción completa o un producto similar. Es impresionante pero no perfecto, pero nosotros tampoco. Con diferencia, la principal causa de accidentes automovilísticos es el error humano. Las tecnologías de conducción automatizada han avanzado hasta el punto de reducir significativamente los accidentes, pero la automatización no sustituirá nuestra autonomía.
Para personas como Steve Mahan, la automatización ha restaurado y ampliado sus libertades. Estos sistemas ayudan a nuestro autogobierno. No lo reemplazan. La automatización promete mayor seguridad, eficiencia y accesibilidad. Aplique esto a personas con discapacidades, personas mayores, condiciones médicas y emergencias, fatiga del conductor, logística, entregas y mucho más. Estoy convencido de que la automatización en los vehículos cambiará la sociedad.
Como cristianos, debemos promover nuevos diseños y perspectivas que mejoren nuestras vidas. El avance de la tecnología de conducción autónoma por sí solo es una creación de ingeniería impresionante. Como subcreadores hechos a imagen de Dios, debemos defender lo bueno, lo verdadero y lo bello cuando vemos tanto la creación como las creaciones humanas que declaran la gloria de Dios.
El autogobierno es otro reflejo de estar hechos a imagen de Dios. Cuando pensamos en la autonomía, debemos comenzar con Dios como el ser supremo. Su autoridad es absoluta. Él gobierna sobre todo y crea de la nada. Sólo Dios es autosuficiente y autoexistente. Nuestra capacidad para crear y ejercer el autogobierno se deriva de la naturaleza de Dios. En la imago dei, también reflejamos activamente Su imagen y reinamos ejerciendo dominio.
El mandato de creación todavía se aplica a los vehículos autónomos. Estamos llamados a administrar la creación, no a dejarnos gobernar por ella. Con la tecnología automatizada nueva y en constante cambio, abundan las oportunidades. Muchos cambios están en marcha. Los vehículos autónomos cambiarán nuestra forma de viajar, pero no nos gobernarán. Son herramientas, no seres. Deberíamos utilizar nuestra autonomía para que nos encuentren fieles y buenos administradores de la tecnología. Pero sería prudente tener cuidado al hablar de autonomía.