Ganar claridad sobre el aborto y la pena de muerte

Antes del anuncio de los planes del cardenal Blase Cupich de honrar al senador estadounidense Dick Durbin, demócrata por Illinois, con un premio a la trayectoria, el Papa León XIV respondió una pregunta sobre lo que significa ser “provida”. Como ya señaló Daniel Suhr, colaborador de WORLD Opinions, el premio para el senador Durbin se volvió tan controvertido que Durbin lo rechazó. Pero persisten las dudas y la confusión sobre la comprensión del nuevo Papa sobre la causa provida.

“Alguien que dice: ‘Estoy en contra del aborto’, pero dice: ‘Estoy a favor de la pena de muerte’, no es realmente provida”, dijo el Papa León XIV. “Alguien que dice que ‘estoy en contra del aborto pero estoy de acuerdo con el trato inhumano a los inmigrantes que están en Estados Unidos’, no sé si eso es provida”. Como concluye el veterano comentarista del Vaticano John Allen Jr., Estados Unidos representa un ambiente único dentro del cual discutir las aplicaciones de la enseñanza social católica a la cuestión del aborto. “Para muchos estadounidenses, lo que Leo dijo sobre ser provida parecía una postura política audaz”, escribe Allen. “Sin embargo, para él, y para todos aquellos católicos cuyos instintos y puntos de vista se han forjado fuera de los Estados Unidos, era una enseñanza social católica clásica”.

Esto coincide con lo que dijo el propio Papa. Por un lado, al hablar del aborto, la pena de muerte y la inmigración, Leo observa que todos estos son “temas muy complejos”. Continuó: “No sé si alguien tiene toda la verdad sobre ellos, pero pediría ante todo que haya un mayor respeto mutuo y que busquemos juntos como seres humanos, en ese caso como ciudadanos estadounidenses o ciudadanos del estado de Illinois, así como católicos, para decir que necesitamos mirar realmente de cerca todas estas cuestiones éticas y encontrar el camino a seguir en esta iglesia”. Pero, concluyó el Papa, “la enseñanza de la Iglesia sobre cada uno de esos temas es muy clara”. Así que las cuestiones son “muy complejas” pero la enseñanza de la iglesia es “muy clara”.

Una forma de entender los comentarios del Papa es observar que la enseñanza de la Iglesia en sí es, en principio, muy clara, mientras que la aplicación y explicación prudencial de esta enseñanza requiere más matices y capacidad de respuesta al contexto concreto y a los detalles particulares. Esto resuena con la comprensión tradicional del derecho positivo como una determinación y, en algunos casos, una expresión adaptada de la ley moral natural.

Así que quizás tengamos que lidiar con los detalles y las consideraciones prácticas que entran en la formulación de políticas cuando analizamos temas como el aborto, la inmigración y la justicia penal. La historia importa, al igual que los hechos de la situación concreta en la que las autoridades políticas tienen la tarea de formular políticas. Podríamos suponer que el Papa tiene razón acerca de la claridad de las enseñanzas de su iglesia sobre estos temas. Y entonces podemos, en aras del argumento, aceptarlo como punto de partida.

Si tenemos en cuenta la complejidad y los matices del mundo real, entonces la equivalencia moral entre el aborto y la pena de muerte simplemente se evapora.

¿Se deduce entonces que el aborto y la pena de muerte son cuestiones morales comparables? Ambos implican un gran peso moral y tienen, literalmente, un significado grave. Pero incluso si las dos cuestiones en el contexto estadounidense tienen en principio la misma importancia moral, seguramente entonces algo como la escala del mal moral que se está cometiendo debe informar nuestra evaluación de la situación y llevarnos a enfatizar uno u otro con nuestros limitados recursos de tiempo y atención.

Si tenemos en cuenta la complejidad y los matices del mundo real, entonces la equivalencia moral entre el aborto y la pena de muerte simplemente se evapora. ¿Cuántas personas fueron ejecutadas en Estados Unidos el año pasado por las autoridades políticas? La respuesta es 25. ¿Cuántas personas fueron abortadas en Estados Unidos el año pasado? La respuesta se estima en 1,14 millones.

Con este contexto en marcha, parece que equiparar tanto la claridad como la importancia del aborto y la pena de muerte confunde y combina importantes consideraciones morales. Y eso sin siquiera entrar en un debate sobre el estado de las enseñanzas de la iglesia sobre la pena de muerte, que tienen un origen más reciente y, en algunos casos, parecen estar más basadas en compromisos filosóficos que en la exégesis de las Escrituras o el análisis teológico.

Sin duda, hay cierta lógica en lo que se ha llamado la enseñanza provida de la “vestimenta sin costuras” defendida por muchos fieles católicos, también llamada la “ética de vida consistente”. Tal enseñanza entiende que la persona humana tiene dignidad inherente, desde el nacimiento hasta la muerte y desde el útero hasta la tumba. Con esa dignidad vienen derechos inalienables y absolutos, que deben ser respetados. Esto se aplica tanto al embrión como al interno. Se aplica también a las personas mayores y discapacitadas, así como a los jóvenes y a las personas sanas.

Por supuesto, también es razonable decir que las vidas humanas son inconmensurables. Cada persona es un regalo único e irremplazable. En ese sentido, la magnitud de la injusticia cometida realmente no debería importar para nuestra evaluación moral. Pero en otro sentido, los detalles sobre la frecuencia y escala de una injusticia realmente deberían ser determinantes para determinar dónde ponemos nuestro énfasis y dónde deberíamos centrar nuestra preocupación moral. Y en ese importante sentido, a pesar de los comentarios del Papa, realmente no hay comparación entre el aborto y la pena de muerte.