Hace más de 20 años David Koyzis escribió Visiones e ilusiones políticasuna útil introducción cristiana a las ideologías políticas de las sociedades occidentales tardomodernas. Explicó cómo estas ideologías ofrecen sus propias visiones del mundo implícitas que imitan la historia bíblica de la redención. Cada ideología política toma un aspecto particular de la creación y lo hace de suma importancia, lo que significa que estas visiones del mundo son especies de idolatría.
El nuevo libro de Koyzis Ciudadanía sin ilusiones: una guía cristiana para el compromiso político (IVP Academic, 168 págs.) puede verse como la secuela práctica, que ofrece orientación para aquellos que han rechazado las mentiras del mundo y ahora buscan vivir su vida política a la luz del doble mandamiento más grande: amar a Dios y amar al prójimo.
Koyzis define al ciudadano como un miembro de la comunidad cuya tarea básica es hacer justicia. La “ciudadanía” entonces hace que uno sea responsable de la justicia pública, porque “la comunidad política tiene la tarea única de hacer justicia pública”. Su libro ofrece sabiduría práctica para los cristianos a la luz de este útil marco.
El libro advierte sobre los peligros de la era digital y la “ilusión virtual” que nos engaña con una pseudocomunidad que no exige sacrificios reales y nos inclina a descuidar a nuestros vecinos tangibles. Con una nota al estilo de Jordan Peterson, Koyzis sostiene que no podemos ser un bien político a menos que comencemos en casa, a nivel local. Advierte contra el fervor revolucionario y exige el discernimiento comunitario para una resistencia prudente a la tiranía. Explica que la desobediencia civil no sólo está permitida, sino que en algunas circunstancias constituye un deber cristiano, aunque los cristianos siempre deben estar preparados para soportar las consecuencias.
El otro capítulo particularmente revelador es el Capítulo 8 sobre “ciudadanía global”. Aquí Koyzis analiza el nacionalismo y los diversos desarrollos nacionalistas que han surgido durante la última década. Afirma una lealtad adecuada a la propia nación, pero también sostiene que el cristianismo, en algunos aspectos importantes, es fundamentalmente “cosmopolita”. El evangelio nos señala más allá de cualquier tribu, nación, etc. en particular. Nos preocupamos por toda la humanidad, pero esto no implica un gobierno mundial singular o la eliminación de las distinciones nacionales.
Pero a pesar de los beneficios del libro, Koyzis deja algunos temas importantes sin examinar.
Una de las omisiones sorprendentes de este libro es la falta de discusión de textos bíblicos clave sobre la ciudadanía cristiana: Hebreos 13:14, Filipenses 3:20 y Efesios 2:11-22. El autor de Hebreos explica que aquí no tenemos ciudad duradera, sino que buscamos la que está por venir. En Filipenses y Efesios, Pablo explica que la ciudadanía suprema de un cristiano está en el cielo. Cualquier reflexión cristiana adecuada sobre la política temporal debe tener en cuenta el impacto de nuestra ciudadanía celestial manifestada en la Iglesia. Este es un tema importante en los escritos de Agustín de Hipona, especialmente en su obra maestra. La ciudad de Diosy es notable que Koyzis nunca haga referencia a ese libro fundamental.
La obra de Agustín también cuestionaría algunos supuestos sobre el tema de la justicia. La ciudad de Dios Reitera la concepción clásica de la justicia como dar lo que se debe, pero Agustín añade que la justicia requiere que a Dios se le dé lo que le corresponde. Cualquier sistema de gobierno que no honre a Dios de manera explícita e intencional falla a la justicia. En la teología agustiniana, la única sociedad en la tierra que puede alcanzar algún grado de justicia real es la Iglesia. Y esto hace que la Iglesia sea políticamente significativa en formas que no se explican en la obra de Koyzis.
Koyzis parece asumir sutilmente una forma de dualismo sagrado/secular que no logra comunicar adecuadamente el significado político de la Iglesia. Esto surge cuando dice que la predicación y el crecimiento de la Iglesia son sólo “indirectamente” políticos y que el discipulado cristiano tiene “implicaciones” públicas. Pero también surge cuando busca resistir con razón a las tentaciones del evangelio social o a cualquier marginación sociológica de la Iglesia. Koyzis sostiene que la Iglesia no es un centro comunitario que satisface todas las necesidades sociales de la sociedad. Sin embargo, en su defensa oscurece la naturaleza política de la Iglesia. La Iglesia es el corazón de la sociedad, una polis paradigmática que manifiesta la verdadera socialidad. Su presencia remodela el mundo que lo rodea simplemente por ser lo que es.
Un desliz clave aquí, en mi opinión, es un comentario al final del libro: “Nunca diría que el propósito de la iglesia reunida es formar buenos ciudadanos”. Esta declaración está cargada de suposiciones sobre lo que significa ser un buen ciudadano y cómo esto se relaciona con la verdadera religión y la Iglesia. Se podría decir de esta manera: el propósito de la Iglesia es hacer buenos ciudadanos del reino de Dios, de la ciudad celestial. Eso es lo que es el discipulado. Esto no es simplemente animar a los creyentes a una vida devocional privada. Más bien, está construyendo esta comunidad llamada Iglesia.
Agustín le dijo a un funcionario público pagano que la ciudadanía celestial complica y remodela nuestra lealtad hacia nuestra patria terrenal. Explicó que los agentes políticos que reconozcan esta realidad harán todo lo posible por servir a esa ciudad celestial apoyando “al pequeño grupo de sus ciudadanos que son peregrinos en esta tierra”.
Una verdadera política es aquella que está marcada por la justicia, y la justicia requiere darle a Dios lo que le corresponde, que es la adoración. La Iglesia, aunque imperfecta, se propone hacer precisamente esto y llama a todas las personas a unirse a ella en esta tarea. Esto ciertamente impacta a la sociedad en general, y la influencia política “indirecta” de la Iglesia pretende alinear a la sociedad en general con la política que ella vive.
Este libro se basa en el magistral trabajo anterior de Koyzis que expone las ideologías políticas al ofrecer una visión práctica sobre cómo comportarnos políticamente en este mundo. Sería beneficioso reflexionar más sobre cómo nuestra lealtad política al reino de Dios y la naturaleza política de la Iglesia misma influyen en nuestra lealtad a las entidades políticas temporales. Pero como guía práctica para un compromiso político prudente en las diversas ciudades terrenales en las que nos encontramos, es un texto introductorio admirable.