¿Estamos engañados acerca del engaño?

De Matt Walsh ¿Soy racista? El falso documental ha provocado un amplio debate sobre la ética del engaño entre los cristianos evangélicos. Como no he visto la película, no estoy en absoluto cualificado para hablar de los métodos de Walsh (por su parte, Walsh niega haber utilizado el engaño para conseguir las entrevistas). Sin embargo, el debate más amplio sobre la ética de la mentira es recurrente y merece una aclaración.

Por un lado, la Biblia insiste repetidamente en la importancia de decir la verdad:

  • “Los labios mentirosos son abominación a Jehová, pero los que practican verdad son su deleite” (Proverbios 12:22).
  • “Por tanto, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25).
  • “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9-10).
  • “No darás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20:16).

Por otra parte, la Biblia está llena de ejemplos de cómo el pueblo de Dios se involucra en diversos tipos de engaños. David finge locura ante el rey filisteo para escapar del peligro (y escribe el Salmo 34 en medio de ello, en el que exhorta a otros a “guardar tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño”). Abraham engaña dos veces a un rey pagano sobre la identidad de su esposa Sara (y su hijo Isaac sigue sus pasos). A instancias de su madre, Jacob engaña a su padre Isaac para asegurarse su bendición. José oculta su verdadera identidad a sus hermanos para ponerlos a prueba. Jonatán miente a su padre (loco) para preservar la vida de su amigo David.

Los teólogos debaten sobre la bondad moral de algunas de estas acciones. ¿Fue el engaño de la esposa-hermana un acto de cobardía sin fe o de fiel astucia? ¿Fue el engaño de Rebeca y Jacob a Isaac un acto malvado o un intento de superar la preferencia pecaminosa de Isaac por Esaú (que era contraria a la promesa de Dios)?

Pero otros ejemplos de engaño incluyen el elogio de los engañadores dentro de la propia Biblia. Los ejemplos más obvios son las parteras hebreas y Rahab, la prostituta de Jericó. Las primeras temen a Dios y preservan las vidas de los niños judíos frente a la sed de sangre del Faraón, disimulando ante él la razón de la supervivencia de los niños, y como resultado, Dios las bendice con familias. La segunda oculta a los espías hebreos y luego dice una mentira rotunda a los funcionarios del estado que los buscan. Como resultado de sus acciones, ella y su familia son preservadas del juicio, y Rahab es elogiada como un ejemplo de alguien cuya fe condujo a buenas obras.

Así como distinguimos entre el asesinato justo (como la legítima defensa y el asesinato en la guerra) y el asesinato injusto (el asesinato de inocentes), también deberíamos distinguir entre el engaño justo y el engaño injusto.

Y luego, por supuesto, hay casos en que Dios mismo oculta la verdad como un acto de juicio sobre individuos particulares: dándole a Samuel una historia para contarle al rey Saúl cuando el profeta es enviado a ungir a David como el nuevo rey y enviando un “espíritu de mentira” en las bocas de los profetas para destruir al rey Acab.

Todos estos ejemplos complican la comparación directa entre engaño y pecado, y debemos admitir diferentes tipos de engaño en estos pasajes. Podríamos distinguir entre afirmar falsedades rotundas (como hizo Rahab) y afirmar verdades parciales (como hizo Abraham cuando llamó a Sara su hermana). En el último caso, el engaño consistía en ocultar un hecho. Con frecuencia, este tipo de disimulo tiene como objetivo alentar al oyente a sacar una conclusión falsa (como cuando los israelitas fingieron retirarse en la segunda batalla de Hai para atraerlos a una emboscada).

Mi propia conclusión a partir de estas historias es relativamente sencilla, aunque sigue siendo controvertida. Así como distinguimos entre el asesinato justo (como la legítima defensa y el asesinato en la guerra) y el asesinato injusto (el asesinato de inocentes), también deberíamos distinguir entre el engaño justo y el engaño injusto.

¿Qué los distingue? En los relatos bíblicos se destacan dos factores: el engaño justo ocurre en condiciones de guerra abierta (como en la retirada simulada durante la batalla) o para evitar un gran daño (como el asesinato de inocentes), y esto encaja con los pasajes sobre la verdad que analizamos antes. A los vecinos, aquellos con quienes vivimos en paz, se les debe la verdad, mientras que a los enemigos abiertos que intentan hacernos daño a nosotros o a otros no.

Así pues, quienes mintieron y disimularon ante los nazis para proteger a los judíos estaban actuando con rectitud. Creo que David Daleiden también estaba justificado cuando se infiltró para denunciar a Planned Parenthood y la venta de partes de bebés abortados. Lo mismo se aplica al uso de espías y camuflaje en la guerra, así como a las operaciones encubiertas de las fuerzas del orden contra los pedófilos, en las que los agentes se hacen pasar por menores de edad para denunciar y detener a los malvados.

Por supuesto, existen cuestiones razonables sobre los principios limitantes. Se puede permitir engañar para salvar una vida (o para exponer el grave mal que supone quitar vidas), pero ¿qué pasa con engañar para exponer ideologías falsas? ¿Cómo determinamos si alguien es un enemigo declarado (a quien sería permisible mentir para evitar un grave mal)?

Estas preguntas van más allá del alcance de un ensayo breve, pero deberían hacernos volver a las Escrituras para entender mejor las normas de Dios y poder aplicarlas con sabiduría y rectitud en nuestros días.