El impacto del cristianismo en la cultura es profundo, configurando todo, desde cómo pensamos en la familia hasta el propósito del gobierno. Sin embargo, comprender los mecanismos por los cuales el cristianismo influye en la cultura y cómo los cambios culturales, a su vez, afectan la creencia religiosa es una tarea compleja. Tres libros han dado forma a mi comprensión de esta dinámica, y cada uno aborda diferentes dimensiones de la intersección entre el cristianismo y la cultura. Desafían la sabiduría convencional y proporcionan ideas que alteraron significativamente mi perspectiva.
Familia como base
Mary Eberstadt’s Cómo Occidente realmente perdió a Dios (2013) transformaron mi comprensión de la secularización. Las teorías tradicionales sugieren que las sociedades se vuelven más seculares a medida que se vuelven más ricas y más avanzadas científicamente. Eberstadt desafía esta suposición al presentar una alternativa convincente: el declive de la familia está profundamente entrelazado con el declive de las creencias religiosas.
Ella arrebata su argumento en la idea de que la familia sirve como una institución divinamente comisionada para la transmisión de la fe. Las familias no son construcciones sociales. Son vasos esenciales para transmitir creencias y prácticas religiosas. Cuando la vida familiar se debilita, debido a la disminución de las tasas de natalidad, el aumento de las tasas de divorcio y los cambios culturales de honrar los valores familiares tradicionales, la creencia religiosa también sufre.
En lugar de ver la secularización como un subproducto inevitable de la modernidad, ahora lo entiendo como un fenómeno vinculado a las estructuras sociales. La tesis de Eberstadt está demostrando ser cierta ya que las estadísticas nos dicen que la observancia religiosa en Estados Unidos generalmente rastrea con la estructura familiar: las familias intactas tienden a ser más religiosas. Esta idea también subraya la importancia de fortalecer a la familia para que el cristianismo tenga una presencia cultural continua. En lugar de simplemente lamentar el surgimiento del secularismo, los creyentes deben participar en la revitalización de la vida familiar como un medio para mantener la fe para las generaciones futuras.
El cristianismo y el estado
Richard John Neuhaus ‘ La plaza pública desnuda (1984) iluminó para mí el papel que juega el cristianismo como una fuerza mediadora entre los individuos y el estado. En la sociedad contemporánea, existe una tendencia creciente a relegar la creencia religiosa a la esfera privada, tratándola como algo personal en lugar de una fuerza que da forma a la vida pública. Neuhaus argumenta que despojar la plaza pública de la influencia religiosa lo deja vulnerable al surgimiento del estatismo y la idolatros del yo.
El cristianismo, según Neuhaus, no consiste simplemente en creencias internalizadas; Proporciona un marco para comprender el mundo y orientar nuestras vidas. A través de la influencia del cristianismo, las instituciones medianas, como iglesias, escuelas y organizaciones comunitarias, pueden formar las convicciones más profundas de las personas y contrarrestar el poder del estado. Sin estas instituciones, el estado se convierte en la principal fuente de autoridad moral, lo que lleva a una erosión de las libertades personales y un papel disminuido para la conciencia religiosa en la vida pública.
Una de las ideas más poderosas de Neuhaus es que la exclusión del cristianismo del discurso público no resulta en neutralidad. Resulta en el secularismo patrocinado por el estado como la ética predeterminada de la sociedad. El mito de la neutralidad crea un vacío que se llena por ideologías alternativas, a menudo las que elevan el poder estatal o la autonomía individual a un estado casi religioso. Es importante mantener un papel público para el cristianismo, no solo por el bien de los creyentes religiosos, sino por la salud de la sociedad en general.
Si los cristianos abandonan la plaza pública, proporcionan una apertura para que dominen las cosmovisiones peligrosas.
Los fundamentos morales de la cultura
El libro final que influyó significativamente en mi pensamiento en el cristianismo y la cultura es Haciendo que los hombres moralan (1993). En este trabajo, George lidia con uno de los desafíos más apremiantes en la sociedad contemporánea: ¿cómo podemos establecer una moralidad pública que explique la justicia, la verdad y el orden moral en un mundo pluralista? Encuentra su respuesta en la tradición de la ley natural, que argumenta que proporciona un marco fundamental para comprender los bienes humanos y dar forma a la ley y la cultura. El libro de George no es un libro cristiano per se, pero el lector atento verá cómo su argumento coincide con la enseñanza cristiana sobre justicia, moralidad y verdad.
George argumenta que hay verdaderas objetivas morales que la sociedad debe reconocer para funcionar con justicia. Estas verdades no son arbitrarias, sino que se basan en los bienes básicos de la naturaleza humana, buenos como la vida, la búsqueda del conocimiento y la verdad, la familia y la comunidad. Él demuestra, sin afirmar directamente, que estos bienes humanos básicos se alinean estrechamente con la moralidad bíblica.
Uno de los aspectos más convincentes de Haciendo que los hombres moralan es su rechazo a la idea de que las leyes deben ser moralmente neutrales. Muchos pensadores contemporáneos creen que las leyes deberían evitar hacer juicios morales para acomodar a una sociedad diversa. Sin embargo, George responde que cada ley encarna alguna visión moral. La verdadera pregunta no es si la moralidad debería informar a la ley, sino qué moralidad debería hacerlo. Una sociedad justa, argumenta, debe construirse sobre una base que defienda la dignidad humana y el bien común.
Juntos, estos libros han reforzado mi convicción de que el cristianismo no es solo un sistema de creencias privado, sino una fuerza vital para dar forma a la civilización. Desafían la noción de que la fe debe ser relegada a los márgenes de la vida pública y, en cambio, afirman que el cristianismo ofrece ideas esenciales morales y sociales que benefician a la sociedad. En una era en la que el secularismo y el relativismo a menudo dominan el discurso cultural, la sabiduría que se encuentra en estas obras proporciona un caso convincente para la continua relevancia del pensamiento cristiano en la configuración de nuestro mundo.