Cae un dictador

El domingo fue un día histórico en Siria cuando el régimen del hombre fuerte Bashar al-Assad colapsó. Assad huyó del país después de que rebeldes armados, compuestos en su mayoría por milicias islámicas suníes, controlaran con éxito la ciudad capital de Damasco. Para sorpresa de muchos, estos guerreros suníes avanzaron estratégicamente y con éxito, controlando Siria en su totalidad en sólo 12 días. Assad escapó a Rusia, donde se le concedió asilo.

Los sirios salieron a las calles para celebrar la caída del dictador, aunque muchos otros –especialmente cristianos y otras minorías– están bastante inseguros sobre los acontecimientos. Los líderes mundiales pronunciaron palabras de alivio tras la caída del dictador. ¿Pero qué viene después?

Durante años, Estados Unidos se opuso abiertamente al régimen de Assad, no sólo por su brutalidad contra sus ciudadanos sino también por su fuerte alianza con Irán y Rusia. ¿Deberían Estados Unidos y sus aliados apoyar a los rebeldes suníes que derrocaron a Assad?

No, ni siquiera cerca. ¿Por qué no? ¿Y qué está pasando sobre el terreno en Siria?

Por un lado, el régimen –no el pueblo de Siria– ha sido significativamente importante para Irán, la potencia chiita más fuerte de la región. Aunque los musulmanes suníes son la población mayoritaria en Siria, la élite gobernante chií ha estado en el poder durante más de medio siglo, en gran medida gracias al apoyo de Irán. El régimen de Assad fue crucial para el eje de influencia de Irán en la región, que incluye a Hezbolá, los hutíes y Hamás. A través del acceso a Siria, Irán busca mantener las esperanzas geopolíticas de erradicar a Israel y paralizar la influencia occidental (especialmente estadounidense) en la región.

Por otro lado, los rebeldes son musulmanes suníes con una fuerte agenda islamista que adopta el Islam como religión y gobierno, culto y liderazgo político. Estos rebeldes están formados por muchos grupos extremistas, pero el más fuerte es Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un nombre árabe que significa “Grupo de Liberación de Siria”. HTS surgió de Al Qaeda e ISIS y está designado como grupo terrorista por Estados Unidos. Su principal líder es Abu Mohammed al-Jolani, identificado como terrorista por Estados Unidos (que una vez ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza). Jolani se unió a Al Qaeda en 2003 y luchó contra las tropas estadounidenses en Irak. En consecuencia, fue encarcelado por Estados Unidos. Cuando fue liberado en 2011, dirigió el Frente al-Nusra (también terrorista), que en 2017 se rebautizó como HTS, negando cualquier vínculo con al-Qaeda.

Jolani también cambió su nombre, consciente de que sus anteriores actividades extremistas y su antigua imagen no recibirían apoyo internacional. En una entrevista exclusiva con CNN, Jolani afirmó que no tiene ningún deseo de promover la yihad global, sino que su énfasis es derrocar al régimen de Assad y crear un gobierno sirio basado en instituciones y un “consejo elegido por el pueblo”. Además, Jolani ahora evita usar su nombre de guerra, como se asumió durante su mandato con al-Qaeda e ISIS, y volvió a usar su nombre real, Ahmed Hussein al-Shar’a, para cultivar una imagen recientemente “moderada” y menos militarista. .

La triste realidad es que ahora todas las soluciones son malas en Siria, ya que cambiar un régimen malvado por un grupo aún más malvado nunca puede ser bueno.

Sin duda, sería un gran error que cualquiera creyera a Jolani o sus fantasiosas palabras a los medios occidentales. Jolani de HTS puede ser diferente de Abu Bakr al-Baghdadi de ISIS, Osama bin Laden de al-Qaeda o incluso Yahya Sinwar de Hamas. Pronto lo descubriremos.

La triste realidad es que ahora todas las soluciones son malas en Siria, ya que cambiar un régimen malvado por un grupo aún más malvado nunca puede ser bueno. El ascenso de Jolani y la caída de Assad pueden eventualmente hacer que ISIS regrese –quizás bajo una marca diferente– a una región gravemente herida.

También es cierto que Turquía, bajo el presidente islamista Recep Tayyip Erdoğan, está desempeñando un papel en la mezcla, ya que controla a los rebeldes que operan cerca de la frontera con Siria. Erdoğan es un rival devoto de Assad y quiere asegurar la destrucción de cualquier grupo kurdo sirio cerca de la frontera. Ésta es una de las razones por las que Erdoğan puede haber apoyado –incluso en silencio– todos los intentos de derrocar el régimen de Assad.

Conociendo la brutalidad de la dinastía Assad, la rápida caída de sus tropas sirias puede resultar impactante para muchos. Sin embargo, podría interpretarse de manera plausible si consideramos cómo los aliados de Siria han quedado paralizados de muchas maneras recientemente: Hezbollah fue drásticamente debilitado por Israel, Rusia se ha centrado en Ucrania y ahora Irán se ha preocupado por Gaza y el Líbano.

¿Qué debemos esperar?

Hablando con muchos cristianos sirios, está claro que se sienten aliviados por el colapso del régimen de Assad, pero están igualmente preocupados por el ascenso al poder de los musulmanes radicales. Para estos cristianos, si la elección fuera entre Assad y la democracia, definitivamente elegirían la democracia. Pero si la elección fuera entre Assad e ISIS o similares, no hay duda de que elegirían a Assad.

La realidad es que el régimen de Assad siempre había utilizado a las minorías y su miedo a los islamistas radicales de los Hermanos Musulmanes, ISIS y similares para controlar aún más el país.

El panorama de Oriente Medio puede cambiar rápidamente. Pregúntenle a Bashar al-Assad, que ahora reside en Moscú.